Con solo siete años, a Almudena López le diagnosticaron una Neuropatía Sensitiva Motora que debilitaba sus piernas. Desde entonces pasó por muletas y, más tarde, por la silla de ruedas. Pero nada —absolutamente nada— consiguió detenerla.
Curiosa, incansable y llena de ganas de descubrir el mundo, Almudena creció en una familia que nunca le puso límites: se esperaba de ella lo mismo que de sus hermanos. Y quizá por eso hoy es un ejemplo brillante de que la vida no tiene barreras cuando decides no ponértelas.
A los 36 años recibió una jubilación que no buscaba, pero lejos de frenar, aceleró. Profundizó en su pasión, la Pedagogía, completó un Máster y pronto comenzará un doctorado.
Ha recorrido el Camino de Santiago con su handbike, imparte formación y apoyo como voluntaria y este año ha dado otro salto: se ha incorporado a un grupo de Danza Inclusiva.
Como ella misma dice:
“Pocas cosas hay que me tumben; si no luchas, te quedas a la cola.”
Hoy compartimos una entrevista que inspira, que empuja, que recuerda que cada día puede ser un punto de partida.
Una lección de vida para convertirte en tu mejor versión.
